jueves, 4 de diciembre de 2008
Generalmente los niños empiezan a preguntar sobre temas de sexualidad mucho antes de lo que los papás esperamos. Algunos adultos nunca se sienten dispuestos, pues la ansiedad que generan esas interrogantes bloquea sus respuestas ante las inquietudes de sus hijos. Debemos recordar entonces que para ellos somos su mejor fuente de información. Los niños son curiosos por naturaleza y viven en una cultura que está sobreestimulada sexualmente, al punto que es imposible protegerlos totalmente de la influencia que tienen los medios de comunicación. Sin embargo, nos necesitan para que les demos una información correcta y les transmitamos valores que tengan sentido para ellos.
Pero la sexualidad no solo se enseña respondiendo a preguntas cotidianas, sino sobretodo a través de nuestras actitudes diarias, del trato con nuestra pareja, del respeto que mostramos hacia los demás, de nuestras formas de expresar cariño, de la aceptación de las pequeñas decisiones que nuestros hijos van tomando y en general, de las maneras en que exteriorizamos afecto hacia los demás. Enseñar una sexualidad sana tiene que ver con amor, respeto, empatía, y eso lo aprenden los niños cuando los tratamos de esa misma manera. Si les enseñamos a quererse a sí mismos y a respetar su cuerpo, ellos aprenderán a respetar a los otros, sus cuerpos y sus sentimientos.
Algunas veces los papás nos asustamos de los juegos de nuestros pequeños cuando son abiertamente sexuales, pues nos parece estar ante futuros problemas de índole sexual. Debemos saber que entre los tres y los cinco años, tratar de ver desnudo al compañero de juego, observar los genitales y tocarse el cuerpo, es parte del desarrollo normal del niño. En el fondo se trata de curiosidad por las diferencias entre los géneros. En lugar de actuar de manera descontrolada, amenazando con castigarlos o castigándolos, es bueno tener en mente algunos recursos educacionales.
Luego de que los amiguitos se hayan retirado de la casa, si se trata de una sesión de juego, es bueno hablar de las diferencia entre niños y niñas y aprovechar la situación para hablar de la sexualidad y el interés por lo que es distinto a uno. Es importante que los niños comiencen a entender que los genitales son privados y que la gente usa ropa para proteger su cuerpo, pero también su intimidad. Alentemos a nuestros hijos a hacernos preguntas y a dialogar. Crear una atmósfera que permita hablar sobre sexualidad es importante; muchos padres evitan el tema o tratan de posponerlo. Mantengamos la calma y una atmósfera de discusión en la que no juzguemos ningún comentario que hagan nuestros hijos. Usemos palabras y contenidos sencillos que sean fáciles de entender y con los que los chicos puedan sentirse satisfechos. Relacionemos el sexo con el amor, la intimidad, el cariño y el respeto a sí mismo y a la pareja. Lo importante es que sepamos reconocer las inquietudes de nuestros hijos y estemos presentes para orientarlos, resolviendo sus dudas con datos veraces, conforme se vayan presentando estas inquietudes.
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